
Coordinación General: Mauricio Díaz Burdett
Autor: Evin Pagoaga, Emma Velásquez
Diagramación: Joel Alemán
El Acuerdo de Escazú representa una oportunidad histórica para Honduras y especialmente para los pueblos indígenas, como el pueblo Misquito, de proteger sus territorios, su salud y su derecho a decidir. No es un obstáculo para el desarrollo, sino una herramienta de justicia ambiental, participación y transparencia.
Este tratado, impulsado por países de América Latina y el Caribe, busca asegurar tres derechos fundamentales: el acceso a la información ambiental, la participación en decisiones que afectan el entorno y la protección de quienes defienden la naturaleza. Escazú fortalece la democracia ambiental y obliga al Estado a escuchar a las comunidades antes de tomar decisiones que impacten sus tierras.
A pesar de su importancia, algunos sectores empresariales han generado confusión y miedo, promoviendo la idea de que Escazú limita las inversiones. Pero el acuerdo no prohíbe proyectos, solo exige responsabilidad, respeto a la consulta previa, y cumplimiento de las leyes nacionales e internacionales.
Firmar y aplicar el Acuerdo de Escazú no es una amenaza, es sembrar la semilla de un país más justo, donde nadie sea excluido de las decisiones que afectan su vida y su futuro. Para el pueblo Misquito, es un paso hacia la autodeterminación, la dignidad y el derecho a existir en armonía con la tierra.